Costa da Morte
La desaparición de Peter James, el joven neozelandés al que decenas de personas buscan sin éxito desde el lunes por la noche en la playa de Traba de Laxe, viene a sumarse a otras doce de características similares ocurridas desde el 2009 y que no hacen más que incrementar la leyenda negra de la Costa da Morte.
El verano de aquel año perdieron la vida en accidentes marítimos tres turistas que estaban de visita en la zona: el buzo francés Manuel Gregori René Chataigne (en Vilán), el pescador asturiano Hugo Ardura Álvarez (Touriñán) y el peregrino polaco Krystian Robert Strzelecky (Cabo Fisterra), además de la comerlana Raquel Neira Mosquera, que cayó al mar cerca de su casa, y el portugués Davide Nunes Leitao, que trabajaba en la ampliación del muelle de Malpica en pleno temporal.
El año pasado resultó todavía más trágico. Aunque el caso del estudiante italiano Gulio Recusani, arrastrado por la corriente en Mar de Fóra, fue el que más impacto causó, los accidentes costeros en la comarca costaron la vida a otras seis personas, entre ellas dos viajeros catalanes, que también perecieron en Fisterra, un lucense muerto en Muxía y el pescador de Culleredo que cayó en la marisma de Baldaio en la noche del temporal Becky.
En el caso de Peter James, la desaparición se produjo cuando él y su pareja llevan un solo día en Laxe. La chica, que tuvo que recibir asistencia médica, ni siquiera vio como su novio se perdía en el agua, por lo que los equipos de rescate rastrean la zona de Traba desde que recibieron la alerta, a las 20.46 horas del lunes, sin tener siquiera la certeza de que al joven, natural de Wellington y que el próximo 23 de octubre cumple 31 años, lo haya arrastrado el mar.
Ayer la patrullera Salvamar Mirfak sustituyó a la Altair para acompañar a la lancha Taín de la Cruz Roja y la embarcación auxiliar del Don Inda en la búsqueda por mar. La Guardia Civil, los vecinos y Protección Civil siguieron el rastreo por tierra, mientras que los helicópteros Pesca 1, Helimer 210 y Helimer 211, dieron varias pasadas por la zona. Además, siete buzos del Grupo Especial de Actividades Subacuáticas de la Guardia Civil y cinco de Sasemar, siguiendo las indicaciones de los vecinos, que les dijeron que las corrientes arrastraban en dirección a Soesto, rastrearon el fondo durante toda la mañana.
Según explicó un miembro del operativo, más allá del escalón en el que rompen las olas, el mar estaba «como una piscina» y, dado que el lecho marino es arenoso, pudieron cubrir una zona muy amplia y descartar que el joven esté en ella. «Nuestra labor allí ya no tiene sentido, porque al no haber rocas ni cuevas es muy difícil que se quedase enganchado en nada», señaló.
Las condiciones favorables con las que se encontraron los buzos ayer, cuando casi no soplaba el aire y las corrientes apenas arrastraban un mínimo hacia Laxe, tenían poco que ver con las del lunes por la tarde, cuando se produjo la desaparición. Además, esa calma relativa existente detrás de las olas, cerca de la orilla, se convierte en una fortísima resaca capaz de engullir al nadador más avezado.
«Dáche a auga polo xeonllo, pero aínda ben non andas un pouco e xa che cubre por completo. Ademais, é mar aberto e as correntes sempre tiran para fóra. É unha praia moi perigosa», relató el concejal encargado de Protección Civil, José Manuel Mouzo, que ayer participó en el rastreo y que ya había visto antes como el mar se tragaba a otras personas en Traba de Laxe, el último un profesor de natación de Santiago.
Cuatro en lo que va de año
La desaparición de Peter James es el cuarto accidente marítimo grave de lo que va de año en la Costa da Morte.
El 27 de mayo perdieron la vida los marineros malpicáns Santiago Manuel Varela Veiga y José Enrique Carril Rojo, al naufragar el pesquero Nuevo Luz en Punta Langosteira.
El 27 de julio murió José Carabel Vidal en Corme, y el día 11 de este mismo mes apareció el cuerpo sin vida de Luis Dámaso Anido Ferreiro en una zona rocosa del puerto de Razo.